En 2006, la serie Deadwood fue
cancelada a traición, sin avisar, tras su tercera temporada. El
aclamado e hipnótico western de David Milch, ambientado en 1870,
acabó de forma abrupta dejando varias tramas abiertas. ¿La excusa?
La ficción de HBO resultaba demasiado cara para la cadena. Los
premios, ocho Emmy y un Globo de Oro para Ian McShane, no fueron
suficientes para reanudar la serie, aunque hubo algunas tentativas.
Trece años después, la película
cierra esas heridas, hace justicia y encumbra a su protagonista, Al
Swearengen, como uno de los mejores personajes de la ficción
televisiva. Y, lo mejor de todo, ha provocado que nuevas generaciones
hayan descubierto la serie y que volvamos a hablar de esta joya de
HBO, que regresa igual de sucia y deslumbrante, como ejemplo
fascinante del sueño americano. Como cierre emocional, homenaje a
sus personajes y recompensa para los fans, el final de Deadwood no
puede ser más perfecto. Escena tras escena, consigue que volvamos
inmediatamente a su universo gracias, en gran parte, a la caligrafía
tan personal de sus diálogos y al reencuentro con unos personajes a
los que tenemos un cariño especial.
¡Hasta siempre, Deadwood! Un hasta
siempre bañado en nostalgia, canciones entonadas a pleno pulmón,
disparos silenciados por abrazos, reencuentros y despedidas que, casi
por primera vez en este Oeste salvaje, furioso y sangriento,
consiguen transformar la tristeza en algo parecido a la felicidad.
La espera ha merecido la pena.
Versiones ION10 / FGT / NTb.
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